"El conocimiento, más que un medio para saber, es un instrumento para convivir.”
Daniel Innerarity: La Democracia del Conocimiento. Por una sociedad inteligente. Paidós, Madrid, 2011


"Ciertamente, no hay posibilidades de crecer, de mejorar, de promocionarse o de formarse sin esfuerzo, pero no con la voluntad de llegar a ser dóciles empleados, sino ciudadanos activos y libres."
Ángel Gabilondo, en "Un esfuerzo equilibrado",08.03.2012, El País.


domingo, 12 de febrero de 2012

Arregi, Vitoria y la guerra justa.

Joxe Arregi, franciscano con o sin papeles, es uno de nuestros teólogos más controvertidos. Hoy publica en DEIA un artículo que tiene que ver con nuestros temas. Se llama "La guerra que viene". Más allá de los temas de actualidad, el autor hace algunas reflexiones sobre la doctrina de la guerra justa, asunto que nosotros estudiaremos el miércoles y jueves.

La Escuela de Salamanca, como estudiaremos esta semana, creó (o, más bien, llevó a su madurez), la doctrina de la guerra justa. Los realistas más simplistas rechazan esta doctrina por inútil: la guerra la hace quien puede y cuando cree que le interesa, todo lo demás es literatura. Los idealistas más ambiciosos y los pacifistas más radicales la critican por lo contrario: la guerra es siempre mala e injusta por naturaleza, no se puede negociar la justicia o legitimidad de un horror como la guerra.

Curiosamente Joxe Arregi emplea argumentos de uno y otro tipo. Por un lado, viene a decir, la guerra es lo que es y ahí no sirven en la práctica real consideraciones de justicia. Por otro lado, la guerra no debería existir y ahí no cabe hablar de guerra justa posible. Emplea ambos tipos de argumentos para criticar de forma muy dura la doctrina de la guerra justa. La llega a calificar de tergiversación del mensaje evangélico, por parte de la Iglesia, motivada por sus compromisos con el poder.

Efectivamente esta doctrina nació en el seno de la Iglesia católica, sobre todo con el dominico Vitoria y el jesuita Suárez, autores cuya contribución, junto a la de Las Casas, estudiaremos. Pero los internacionalistas laicos posteriores (a pesar del "silete, theologi in munere alieno") seguirían esa senda que nos ha llegado hasta hoy y es claramente identificable, por ejemplo, en las normas del uso de la fuerzas del Derecho Internacional actual y de la ONU.

Los franciscanos, dice la historia, siempre llevaron mal la doctrina de los dominicos, con Vitoria a la cabeza (o Montesinos, que fue otro de los religiosos dominicos que iniciaron estos debates que culiminaron en la Escuela de Salamanca). Pero a Arregi le habíamos leído en ocasiones anteriores palabras muy generosas con el legado de Montesinos.
 
En este caso debo discrepar con la posición tan dura de Arregi: la doctrina de la guerra justa fue uno de los grandes aportes del humanismo cristiano al proceso, todo lo lento y todo lo insuficiente que se quiera, pero real, de humanización de los conflictos y al proceso de sometimiento, si quiera formal y parcial, pero también real, del poder absoluto a algunas consideraciones de legitimidad y legalidad en el orden internacional. ¿Resulta insuficiente? Sin duda, pero en términos históricos supone un gran avance que hay que valorar... y seguir día a día ampliando.

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